…
El elfo de la noche se colocó a su lado.
—Tu tampoco puedes ver el suelo, ¿verdad?
—No, no puedo.
— ¡Nunca habia oido hablar de un árbol que fuera tan vasto, tan enorme, que nadie pudiera llegar a ver el suelo sobre el que se asientan sus raices!
— Yo si — replicó Krasus, quien sacó a la luz algunos recuerdos muy antiguos de entre las ruinas de su memoria—. Se trata de…. de G’hanir. La Madre Árbol. El lugar al que pertenecen todas las criaturas aladas, que se encuentra separado del mundo mortal, pero a la vez forma parte de él, de un modo similar al Sueño Esmeralda.
G’hanir es el árbol mas alto situado en el pico más alto. Su fruta proporciona las semillas de todos los arboles terrenales. — Entonces, rebuscó aún más en sus recuerdos— . Es el hogar de nuestra anfitriona…, la semidiosa Aviana.
—¿Aviana…?
…»

…
Los dos recorrieron la estancia con la mirada y descubrieron que había un par de sillas, confeccionadas de la misma manera que el nido, justo detrás de ellos. Malfurion aguardó a que Krasus tomara una decisión, quien finalmente, asintió y se sentó.
—Eres la madre del vuelo, la dama de los pájaros, ¿verdad?—pregunto el mago dragón.
—Sí, soy Aviana, si eso es que lo quieres decir. — Al instante escrutó a Krasus con esos ojos tan grandes —. Y creo que tú eres uno de los míos, de los míos.
—Sí, las emociones del cielo me resultan familiares, señora. Amo con toda mi alma a Alexstrasza….
—Aaah…—la semidiosa sonrió con un aire maternal—. Mi querida, mi querida Alexstrasza…., ha pasado tanto tiempo desde la última vez que hablamos. Deberíamos visitarla.
—Si.
…
La deidad del cielo contemplo al elfo de la noche.
—Tu, tu, por otra ala, eres uno de los alumnos de Cena….
—Soy Malfurión.
Aviana gorjeó, como lo había hecho un pájaro cantor.
—¡Claro, claro que lo eres! Cenarius habla muy bien de ti, polluelo.
Al druida se le oscurecieron las mejillas.
Krasus ardía en deseos de formular una pregunta. Al final, no pudo contenerse y dijo:
— Señora….¿Cómo hemos llegado aquí?
Por primera vez, la semidiosa pareció sorprendida.
—¡Oh, tu decidiste venir aquí, por supuesto, por supuesto!
—¿De verdad estás diciendo que fui yo quien decidió que viniéramos aquí?
—Únicamente aquellos que verdaderamente desean venir aquí llegan a este lugar….