Firim (anteriormente Al’firim) es un negociante excéntrico (especulador / comerciante según la traducción) que se encuentra en Zereth Mortis. Originalmente miembro del Cártel Al, lideró una expedición para buscar el Sepulcro de los Primeros, misión que terminó con su desaparición y los demás negociantes etiquetándolo de loco y hereje.
Muchos ciclos pasaron sin más contacto con la expedición de Al’firim, y se creía ampliamente que él, como otros antes que él, se había vuelto loco por su estudio de los fractales de los Primeros.
En realidad, su expedición logró llegar a Zereth Mortis, la tierra de los Primeros, pero una vez allí, Firim volvió a ser un paria: sus compañeros se rebautizaron como los Iluminados y lo declararon apóstata por querer seguir estudiando los misterios de los Primeros en lugar de simplemente reverenciarlos, lo que eventualmente los llevó a desterrarlo de su campamento de Refugio.
El propio Firim, que ahora vive en Hondonada del Exiliado, opina que los Iluminados son dogmáticos y demasiado mezquinos para apreciar su autoproclamado genio. Firim juega un papel central en la campaña de Zereth Mortis.
Firim exiliado, parte 1

Al comenzar mi exilio, no puedo evitar pensar en los eventos que derivaron en nuestra llegada.
Dudaban de mí. Se burlaban de mí. Conspiraban para reemplazarme. Pero cuando desenvainaron sus espadas de incertidumbre y se decidieron a acabar conmigo, sucedió.
¡La geometría se reveló! ¡Los fractales se alinearon! ¡Al fin encontré el camino a Zereth Mortis!
Ninguna otra mente pudo concebir las fórmulas necesarias para triunfar. Un portal tras otro, ajustados y realineados, extendiéndose para volver sobre sí mismos. ¡Con razón tantos habían fallado antes de mí!
Los tontos de nuestra expedición se abalanzaron para saquear los misterios de la tierra y pagaron el precio por su necedad. ¿No les dije una y otra vez que los Primeros no dejarían sus secretos desprotegidos?
Los sobrevivientes aprendieron la lección y empezaron a prestar atención a mis advertencias.
Encontramos una posición segura. Un refugio donde podíamos empezar nuestro trabajo.
Pero nuestra frágil armonía no iba a perdurar.
Tomo: Firim exiliado, parte 1 – Zereth Mortis
Firim exiliado, parte 2
Cuanto más nos adentrábamos en los misterios de Zereth Mortis, más afectados se veían mis colegas.
Incluso el ejecutor Al’kreth, quizás el más sediento de gloria de la expedición, empezó a considerar sagrado el conocimiento que encontrábamos.
Con el tiempo, Al’ara y los demás comprendieron una gran verdad: no podíamos informar al sobrestante de nuestros descubrimientos. ¡Los secretos de los Primeros no son un trofeo! Los seres ajenos a Zereth Mortis no harían más que perturbar su propósito.
Cerramos nuestros portales. Borré mis ecuaciones de traslocación, incluso de mi mente. Toda tentación que pudiera llevarnos de regreso a los reinos exteriores ha sido enterrada.
¡Nuestros corazones cantaron cuando renunciamos a las designaciones de nuestro cártel! A partir de ese día, yo sólo era Firim. Y si bien no buscaba un beneficio con los conocimientos de los progenitores, si quería comprenderlos.
Ahí fue cuando nació la grieta.
Tomo: Firim exiliado, parte 2 – Zereth Mortis

Firim exiliado, parte 3
¿Por qué me habían dejado en compañía de mentes tan inferiores?
Incluso en una tierra de maravillas infinitas, los idiotas que trabajaban a mi lado en Refugio eran incapaces de reconocer el propósito que guíaba todos mis pensamientos y acciones.
Tenía que buscar el Sepulcro.
Dijeron que era una blasfemia. Que los misterios eran sagrados. Que las verdades eran inalcanzables y no debían influenciar nuestros actos.
Me desdeñaron como hereje. Cuando les di la espalda, sabotearon mi investigación. Cada vez que estaba cerca de traducir un nuevo código, Kreth enviaba a un peregrino entrometido para interferir.
Nuestra amarga disputa creció y se volvió irreconciliable. Finalmente, me declararon un apóstata y me desterraron de Refugio. ¡El mismo lugar que yo les había procurado!
Aun así, cargué con esta ofensa como corresponde a alguien con mi intelecto y determinación. En el exilio, me propuse superarlos a todos.
Y lo logré.
Tomo: Firim exiliado, parte 3 – Zereth Mortis
Firim exiliado, parte 4

Si bien el acceso al Sepulcro aún me era esquivo, aprendí mucho observando a los automas.
Debo admitir que los subestimé al principio. Parecían simples servidores, ¡menos capaces de un pensamiento independiente que los asistentes de Oribos!
Pero como todo lo demás en Zereth Mortis, eran parte de un patrón. Una geometría que cambiaba, se expandía y se contraía según el deber que se les presentaba.
Después de todo, esta tierra no es un museo; no es una biblioteca de oscuridades. No, es un taller. Una forja donde se moldean las vidas del más allá.
Cuando liberé mi conciencia de los límites de la percepción, vi la majestad arquitectónica de los progenitores puesta en práctica. Vidas confeccionadas de acuerdo a las necesidades que generaban las decisiones de la Árbitra.
Los automas eran los responsables de estas tareas, forjando flora, fauna y terreno, encerrándolos en orbes para enviar a El Intermedio como semillas que caen en suelo fértil.
¿Lo ves? ¿Comprendes lo mismo que yo?
Todo en las Tierras de las Sombras… ¡todo!… es parte del patrón. Un sistema cerrado en el que nada se pierde. Incluso lo que parece estar destruido solo está siendo reformado para un nuevo propósito.
Propósito. Mmm. Aunque sean miopes, quizá los asistentes comprendan una pequeña parte de este misterio.
Tomo: Firim exiliado, parte 4 – Zereth Mortis

Firim exiliado, parte 5

He observado muchos tipos de automas de distintos tamaños y formas. Guardianes, constructores, recolectores… y una variedad más pequeña que parecía deleitarse en tareas de mantenimiento y reparación.
Además de una devoción inclaudicable hacia sus obligaciones, estos automas compartían otro atributo notable: su idioma. No hablaban con palabras que pudiera comprender, sino en tonos y ecos.
Vale la pena mencionar que yo, Firim, soy reconocido por mis habilidades lingüísticas. Si bien la llegada a las Tierras de las Sombras infunde las almas mortales con el conocimiento de las palabras de la Muerte, muchos conservan los idiomas que usaban en sus mundos.
Y después de todo, ¿no es el idioma un sistema de sonidos y patrones?
Así que sí, claro que había absorbido innumerables idiomas durante mis entrevistas con almas mortales. Por lo tanto, era de esperar que yo me sintiera capacitado para comprender el idioma de los automas con facilidad.
Tomo: Firim exiliado, parte 5 – Zereth Mortis
Firim exiliado, parte 6

Los automas eran comunes en Zereth Mortis. Pero no todos los tipos. Uno era extremadamente inusual, como joyas pulidas entre una infinidad de granos de arena.
Los oráculos.
Cantaban canciones para los suyos, así que al principio creí que eran únicos sólo en apariencia. Pero cuando me acerqué a uno para observar sus tareas, algo inesperado sucedió.
Oí su voz.
Aunque el término “voz” no es muy preciso. Sin duda, experimenté la sensación de las palabras que me llegaban como cuando uno habla con un colega. Sin embargo, había algo más.
No sólo escuchaba las palabras, las sentía. Los pensamientos entraron a mi conciencia y transmitieron su significado a todo mi ser.
¿Qué palabras comunicaba? Hablaba de imágenes. Acertijos. Profecías. Y mientras reverberaban hasta la fibra más profunda de mí, recordé mis conversaciones con Irik-tu y las miles de verdades que me contó.
Entonces me di cuenta. Los oráculos hablaban como una verdad y miles a la vez. No como pensamientos separados, sino unificados en un mismo instante.
Y si los oráculos, entidades encargadas de supervisar un taller, podían pensar en esos términos, ¿cuánto más complejas debían ser las mentes de sus creadores?
Pasé mucho tiempo burlándome de las enseñanzas de los titanes, o los señores del Vacío, o los demonios del Vacío Abisal. Tenía una mayor estimación por el panteón de la Muerte, pero ahora me doy cuenta de que son igual de limitados. La verdad no se encuentra en una u otra dirección, sino en las intersecciones.
Los Primeros habían separado sus dones, pero ninguno de sus hijos los había recibido todos. Con razón esta descendencia discutía con celos incesantes. La negación formaba parte de su misma naturaleza.
Al darme cuenta de esto, perdí la conciencia, porque una vez más había trascendido hacia un nuevo plano de pensamiento.
Tomo: Firim exiliado, parte 6 – Zereth Mortis
Firim exiliado, parte 7
Cada nuevo descubrimiento en Zereth Mortis me llevaba de regreso a los misterios de los Primeros. Quería comprender su naturaleza, pero cada vez que creía que me acercaba a una respuesta, me encontraba más y más lejos.
Volví a considerar su diseño. El patrón. Líneas y curvas, arcos y ángulos.
Y giros. Ah, tantos giros.
Las seis fuerzas que apuntaban a una séptima, y a la vez la negaban. Por un tiempo, consideré que esta aparente contradicción no era más que otra variable. Algo desconocido que había que resolver.
Pero la canción del oráculo seguía resonando en mi conciencia . Y cuando permití que mi concentración se dispersara, que mi obsesión por lo tangible se desvaneciera, la geometría empezó a formarse en mi mente.
La respuesta era seis Y TAMBIÉN siete. Las seis eran una, y la séptima la otra.
¿Deseaban la reunión? La canción parecía decir lo contrario. Las dos opciones existían pero sólo podía haber una.
La melodía cambió. Temblé al ver la forma que surgió.
No se trataba de una variable para solucionar. Era una solución que esperaba su oportunidad.
La canción no puede terminar.
¿Los Primeros aun la cantan? Realmente no lo sé. Pero si no es así…
Si no la cantan…
¿Quién lo hará?
Tomo: Firim exiliado, parte 7 – Zereth Mortis
Firim exiliado, epílogo
Aunque el Carcelero ha sido derrotado, y las Tierras de las Sombras han sido restauradas, no puedo celebrar estas victorias.
Porque he estudiado el funcionamiento interior del Sepulcro. He visto los poderes con los que el Carcelero quería reformar la realidad. Y estas observaciones me llenan de un temor que estremece hasta la fibra más íntima de mi ser.
Ahora me queda claro que debe haber un Zereth por cada fuerza del cosmos, y en su interior, un sagrario similar al Sepulcro.
Y si eso es cierto, entonces estos sagrarios deben estar conectados en un nivel fundamental, una conexión que el Carcelero quería aprovechar.
Lo que él inició en el Sepulcro debía expandirse desde un Zereth al siguiente, hasta que todos estuvieran dominados por su poder. Y el corazón de las Tierras de las Sombras serviría como portal al corazón de cada fuerza cósmica, y así al final quedarían todas bajo su control.
Pero si logramos frustrar sus planes, ¿por qué todavía me siento tan intranquilo?
Porque he visto lo frágil que es el patrón. Lo delicada que son las balanzas que mantienen las seis fuerzas en equilibrio.
Y si el Carcelero, con su acto de malevolencia, llegó a dejar una fisura imperceptible en ese patrón, mi mayor miedo es que lo que ahora es pequeño esté destinado a crecer, hasta que el equilibrio mismo corra el riesgo de ser despedazado por otra fuerza que aplique una presión implacable.
Rezo porque los Primeros hayan anticipado algo así. Que hayan dejado medidas preparadas para conservar su gran diseño.
A menos…
A menos que el destino de su plan nunca fuera perdurar.
Y esa… esa es la posibilidad que me aterra.